Unos días antes de que te venga sentís de repente una angustia existencial profunda. No sabés de dónde viene, pero sentís que el mundo se termina. Hasta que unos días después volvés a comprender que solo es que te vino -como cada 28 días-.
-Estás susceptible y emocionalmente inestable.
-Llorás con facilidad.
-Gritás repentinamente.
-Y andás nerviosa.
Te domina una energía desconocida. Y te transformás en otra.
No dura mucho, pero podés pasar de la furia a la melancolía entre dos y 17 veces por día.
-Te suelen salir granitos -mentón, frente, nariz-
-O uno enorme -siempre en el mismo lugar-
-Te hinchás como un sapo.
-Te ves horrible.
-Y, además, te duele.
Pero como no es una enfermedad no despierta demasiada consideración. Ni es tampoco un tema de conversación con mucho rating.
A los hombres les suele provocar una mezcla de pudor y asquito.
Las niñas le temen. Las púberes lo esconden. Las jóvenes lo ruegan. Las embarazadas nunca lo extrañan.
Y las que ya lo dejaron atrás, dicen que solo hay una cosa peor que cuando te viene...que es cuando se te va...
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